jueves, 24 de abril de 2014

Vota por mí

El voluminoso candidato camina entre sus seguidores uniformados con polos lilas, gorros lilas, banderas lilas y, probablemente, hasta interiores lilas.  La gente se llena de aplausos y gritos devastadores. Él saluda con sonrisa recomendada, la más convincente y debe ampliarla si aparecen los periodistas y sus cámaras fotográficas.
Es un espectáculo rimbombante. Un fiel seguidor del postulante desampara a una mujer de su atado. Desbarata la liclla y alza al niño de mejillas coloradas. Lo acerca a su vitoreado líder, quien lo besa sin miramientos, sin pensar en los mocos y legañas. La gente superada en número por mujeres cursis celebran el acto con sonoros resoplidos.
La acalorada vocera conversa con alguien y luego va con el presidente de poco pelo y frente enjugada en sudor y polvo. Ella, ni bonita ni fea, se acerca hasta sentir las humildes axilas del candidato del pueblo. Un gentío clama a su contendiente, tan demagogo como él, a unas cuadras de su local principal. El delgaducho opositor convence con mentira y sonrisa en el mercado.
Que buenas tetas, piensa, fatigado y jadeante sobre la camisa de la joven y le descompone los pliegues de un abrazo. Ella se acomoda las ropas sonrojada. Te haces la zonza, se dice, aquí no quieres pero más tarde eres tú la que me busca. Iremos donde esta ese cojudo para comérmelo de un bocado, le confesó en el oído y enrumbaron rápidamente.
Era una procesión de sofocados zapatos blancos, el postulante iba y se detenía para dar apretones de mano. Un anciano orate le convido unos confites sucios que sacó de sus bolsillos y los degusto con paciencia.  Jugó un partido de fulbito con niños de rodillas raspadas y celebró el gol como en la final del campeonato mundial. Una señora tuerta le lloró con su único ojo por la vida de su hijo enfermo. Le prometió medicinas, llevarle al mejor hospital, hasta el paraíso sino lo anterior no funcionaba. Eso sí, tenía que salir electo.
¡Viva la izquierda ambidiestra! Entró entre olores de pescados y  balanzas rebosantes de camarones.  La multitud comenzó sus rítmicas arengas, las rimas llamaron la atención de los compradores y vendedores. Un grupo similar pero con polos, gorras, banderas anaranjados y hasta interiores del mismo matiz aplaudían el gesto de su candidato. Estampaba sendos ósculos políticos en los chaposos cachetes de una guagua, resonante besuqueo entre  inmisericordes cebollas y apestosos ajos.
¡Arriba la derecha zurda y palurda! Respondieron, al unisonó, los indispensables del querido “Chato” al ver a sus adversarios. El diminuto líder de color festivo, como un narciso entre lirios altos y cimbreantes, comentaba en el pabellón auditivo de la secretaria del partido. A ver si tiene agallas de hacerme frente ese chancho. Tomaba apuntes sobre una carpeta la detallista secretaria y algo más.
Después de varias fanfarronadas, ejercicios para la afonía, concertaron sus representantes oficiales y partidarios lo que ambos deseaban. Un debate improvisado, repentino y popular. Uno atestado de  pescados frescos, huele a arrechura, y el otro repleto de verduras, quiten estos repollos que me tapan, y debatieron.
Majaderos, ambos politiqueros, se empalagaron de promesas. Obras por todas partes, transparencia en la gestión y mano dura con la corrupción. Bravos, mixtura lila, mixtura naranja, fulano-amigo el pueblo está contigo,  aplausos y cohetecillos, perros recogiendo tripas descolgadas, fulano-amigo tu hermana tira conmigo, perros fornicando gratamente. ¡Saquen a esos perros asquerosos!
Una prudente vendedora de carne desde su señorío, una mesa con cebos y astillas de hueso, afila el cuchillo contra una piedra pómez. Si tú me quieres lo harás, te amo pero aún no quiero tener hijos, quiero ser algo, alcalde, no te rías, pero si lo tienes me jodo pues. Los dos postulantes al municipio distrital polemizan y comienzan a excretar secretos de sus rivales.  Los oyentes meten jarana, dos compadres escuchan todo chocando vasos llenos de cerveza helada y  estiran las espumas sobrantes en la tierra. Él ni se recuerda, íbamos en collera, con la tía que ahora si esta tía, probando putas, chiquitito y pendejo, ya tenía familia y mandaba todo a la mierda por tirarse a la novedad.
 -Salud-
La discusión derivó en insultos incontenibles dentro del polarizado auditorio, los golpes precedieron a los conchatumadre y se mandaron quiños y puntapiés. La confusión obligó el final del debate, los discursantes salieron pulcros del enfrentamiento para continuar la campaña, serenos ante cualquier insulto y evadiendo ágilmente las pancas del choclo. El más ancho reposaba la lengua en la espuma de una chicha vespertina y popular.  El esmirriado recompuso a sus acalorados amigos y salió por la puerta principal con las manos en alto, victorioso.
La noche anterior a las elecciones, el “gordito” comió hasta desabotonar con el estomago el pijama, luego se la pasó dando vueltas sobre el lecho marital. El otro candidato no pudo acometer a la muchachita terrosa que abría las piernas bajo las sabanas. Ni las manos de Morfeo ni las caderas de Afrodita hubieran podido sosegar el espíritu de los ansiosos contendientes.
Cuando se supo quien había ganado las elecciones la plaza se llenó de bulla, músicas y serpentinas. Pasearon a la nueva autoridad sobre los hombros de la multitud por las calles empedradas y adornadas con rapidez. El sacerdote le bendijo avergonzado por no haber podido sacar al Cristo hasta la puerta del templo. Nadie recordó al perdedor, su emblema y color palidecieron en los postes y muros. Ha vencido la democracia, soltó el empachado de aplausos y dirigió su vaso lleno al cielo.

Medio borracho cayó sobre la cama, reventaba burbujas de ron con el filo de la risa y entonces sonó el teléfono. Recogió el auricular y un eructo le respondió, alguien lloraba y golpeaba el pico de la botella contra sus dientes. Gemía e intentaba decir algo coherente, la voz se apachurro y se despidió: “Usted y este pueblo cagón váyanse a la mierda”. Al día siguiente el electo alcalde y el postulante sin suerte se dieron la mano en acto público, prometieron unir esfuerzos por el bien de la comunidad. Todos aplaudieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario